LOS CUCHOS SON LOS NUEVOS CACHORROS
Si algo nos ha dejado claro la pandemia del Covid-19 es que la vejez es un estorbo. Tan solo un vistazo a lo que sucedió en el pico del contagio en hospitales de Europa para comprobarlo: salvar al más fuerte aplicando por primera vez en nuestra especie la teoría de Darwin. Y si dicha decisión de selección natural es hoy centro de críticas para la sociedad, se nos olvida que es un dilema que zanjan desde hace años los humanos en una especie que ha evolucionado de la mano con ella: el “canis familiaris abandonadis”.
Salvar o dejar a su suerte un perro viejo abandonado y enfermo, es la batalla que desde hace 15 años libra Johana Pérez, directora de la Fundación Animalove.
Un combate sin tregua para el cual tiene su lema de acción: “no se le niega una oportunidad a ningún ser sintiente y se lucha hasta el último suspiro".
Con 365 perros y 25 gatos, la Fundación Animalove se encuentra en Zipaquirá. Se mudaron hace cuatro años a las frías montañas de Cundinamarca.
Un lugar providencial porque, si el perro es el mejor amigo del Hombre, en Colombia los hombres no son necesariamente los amigos de los canes.
De su época en Tabio (cinco años), queda sobre todo gran tristeza y cansancio porque los vecinos y políticos locales hicieron “todo” lo jurídicamente posible para sacarlos del lote que tenían en arriendo. Así que antes de tener que enfrentar una nueva tutela, lograron trasladarse al paraíso. A cincuenta minutos de Bogotá, una zona agrícola, donde los animales siguen siendo habitantes del campo y no mascotas de lujo de residencias secundarias. En sus dominios ahora no está prohibido ni ladrar ni defecar.
Animalove es una fundación que rescata a la fauna callejera de Bogotá y sus alrededores. Sufren no solamente desnutrición y pulgas, sino que han sido víctimas de innumerables horrores. En términos de maltrato, éste empieza desde violaciones y empaladas hasta vidas enteras en jaulas, en criaderos clandestinos pasando por las peleas de perros, quemaduras con aceite caliente y amputaciones. Y en cuanto al abandono, significa perros encontrados en bolsas plásticas, amarrados en parques, atados en terrazas de casas u “olvidados” en buses de transporte público.
La mayoría de los casos que le reportan a Johana y a su equipo, son perros mayores de ocho años. El perro adulto y enfermo que las familias prefieren sacar a la puerta bien sea porque ya no lo quieren o porque no hay dinero para mantener sus achaques de vejez. Así que la calle termina siendo la solución para que muera: bien sea por edad, por salud o porque lo atropellaron o lo patearon hasta el cansancio.
Ese pudo ser el destino de Sally, Oro, James o de alguno de los 34 perros que viven en el corral geriátrico en Zipaquirá.
LOS CUCHOS DE ANIMALOVE
Nano a sus nueve años duerme protegido de la lluvia con un techo y una cobija. El príncipe del corral como le dicen, ya no tiene que buscar un cambuche a la intemperie. El rudo ambiente de la ciudad causó estragos en sus patas y ojos pero ya son cosas del pasado. Durante el día tiene su guarida preferida. En Animalove, además de los caniles, en los corrales hay casitas de madera. La más colorida es la de Nano que cede sin gruñir si alguno de sus compañeros la toma sin su permiso. Nano es pura tranquilidad que además le transmite al resto de la manada, que como él, espera que algún día un adoptante les anuncie que se van a “un hogar para siempre”.
A Simón le falta su ojo izquierdo. Un detalle de apariencia porque tanto su ánimo como su nobleza siguen intactos. A sus nueve años parece un sabio león observando su entorno. Llegó a Animalove después de haber vivido en las calles de Usme. Camilo, el veterinario de la fundación, lo recibió flaco, temeroso y con un hematoma en la cara. El cruel golpe sumado a la infección fueron más fuertes que los esfuerzos médicos por salvar su ojo. Simón aguarda cada día puntualmente su concentrado a las 11:30 a. m. El apetito de un perro es el reflejo de su felicidad y Simón no es la excepción.
Sol tiene doce años y porta su nombre a la perfección. Ella ilumina con su alegría y su color el corral de los mayores. Fue rescatada de un barrio de invasión en el sur de Bogotá, donde era tratada como una máquina de crías. Es lo que suelen hacer en Colombia con los llamados perros de raza cuando falta educación. Sol es una perra Labrador que parió desde su primer celo hasta que la acogieron en Animalove. Hoy, por fin, goza de una merecida jubilación libre de amamantar cachorros. Su lugar preferido es un gran colchón ortopédico que donaron al geriátrico y que le permite tomar siestas. Un ritual que sucede después de sus paseos y de los días de baño ya que todos tienen derecho a una sesión de belleza.
Tayla aproximadamente de ocho años, refleja en sus tempranas canas del hocico, el tiempo de sufrimiento en las calles. Su manto negro azabache se demoró meses en aparecer en su cuerpo ya que tenía graves problemas de piel. Su constante búsqueda de cariño y de atención por parte de los visitantes de Animalove, deja intuir que Tayla tenía dueños. Disfruta con intensidad cada rascada de barriga que obtiene cuando entran a su corral. Ella es afectuosa y juguetona. Sin duda la mejor alumna a la hora de pedirle que se siente para recibir un crocante premio. Su expresiva mirada y su batida de cola significan simplemente que para ella, bien sea de pollo o carne la galleta, lo que más le gusta es la mano que acaricia su cabeza cuando termina de comerla.
Y las anécdotas casi felices se repiten con cada perro que le preguntan a Johana. Cada uno tiene una impactante historia de salvación. Sin embargo, para los perros viejos no hay un final como de las películas de Hollywood.
¿Y por qué no adoptar a los mayores?
Comprar cachorro y de raza en un país que no tiene control real de los criaderos y almacenes de mascotas, es un acto contrario al bienestar animal.
La edad de un perro no es sinónimo ni de fácil educación, ni de mañas como justifican algunos a la hora de pagar por su “animal de compañía”.
Y son justamente las personas que ya han tenido experiencia con perros son las que acuden a Animalove para adoptar a un cucho. Saben que la edad como el pedigrí, son irrelevantes porque lo que desean es dar amor a un ser sintiente que lo necesita.
Aurora con diez años y casi sin dientes, fue la presidenta del comité perruno de bienvenida de Animalove. Era invisible para la mayoría de los adoptantes pese a tener una sonrisa única: la lengua se le salía de medio lado. Pero para Diana fue una conexión inmediata y a distancia. Una foto conquistó su corazón cuando buscaba dar una segunda oportunidad a un perro.
Honey Bee, se prepara para viajar a Londres. Unas vacaciones postergadas por la pandemia. Después de haber sido usada en un lote como arma de disuasión, hoy es la consentida de su apartamento. A sus siete años, pasea con correa de forma obediente y es bilingüe. Paciente y dulce, es la mejor asistente en las largas horas de teleconferencias en Bogotá.
Manolo y su rítmico tumbao al caminar flecharon a su nuevo hogar el año pasado. No cachorro, no perfecto y 100% criollo, tenía todas las probabilidades de permanecer para siempre en la fundación. Ahora hace parte de una familia multiespecie que se ha propuesto ayudar perros abandonados. Manolo visita a sus ex compañeros en Zipaquirá con donaciones y horas de juego; pero siempre con un ojo vigilando el carro que lo volverá a llevar a su felicidad.
Los tres finalmente disfrutan del respeto y cuidados que no tuvieron cuando nacieron. Ellos tendrán los mejores años de su vida gracias a la adopción.
¿Y si los cuchos fuesen los nuevos cachorros de las post pandemia?
Si entendiéramos por fin que como sociedad nuestra responsabilidad empieza con la empatía ante el sufrimiento de los mayores. Tal vez, el dolor del Covid-19 nos sirva para comprender que la vejez, en cualquier especie, no puede ser una excusa para dejar morir, sino para salvar vidas.
Maria Camila Morales (2020)
DRAFT CONVENTION ON ANIMAL PROTECTION FOR PUBLIC HEALTH, ANIMAL WELFARE, AND THE ENVIRONMENT
La Convención Internacional sobre Protección Animal (CAP) establecerá los lineamentos fundamentales y básicos para la protección animal en el mundo. Siguiendo el objetivo proclamado por Naciones Unidas One Health (Una Salud), será el pilar que garantice una nueva forma de interacción humana con los animales y sus hábitats y que reduzca así las posibilidades de enfermedades zoonóticas como el Covid-19, SARS, MERS, H1N1, y Ebola. Sin Salud Animal, es imposible que la Salud Humana y el Medio Ambiente tengan algún futuro. Setenta y cinco por ciento de las enfermedades infecciosas tienen su origen en una transmisión animal-humano. Más de cuatro millones de muertos ha dejado la última pandemia en el mundo. !Es hora de actuar!
Los abogados miembros del Comité de redacción de la Convención sobre Protección Animal y miembros del ICAP son Nigel Blackaby, Daina Bray, Marcia Condoy, Nicolas Córdoba, David Favre, Rosario Galardi, Vanessa Garbini, Laurie Morgan, Rajesh Reddy, Joan Schaffner, and Emile Warot.